VALORES QUE DEBEN TENER LOS JUGADORES PARA TRABAJAR EN EQUIPO

Confianza

Cuantas veces habrás escuchado el término: “ese jugador está en forma, está con confianza”.  Un jugador con confianza en sí mismo, con confianza en sus posibilidades técnicas, físicas, tácticas, etc. es fundamental para que un equipo alcance sus objetivos. La suma de jugadores con confianza individual genera confianza colectiva, y un equipo confiado de sus posibilidades puede ser imparable. Pero cuidado, no hablamos de confianza desde el punto de vista de subestimar al rival o relajarse antes de enfrentar un partido. Hablamos de la confianza que se genera en el jugador gracias a un trabajo óptimo propio y dirigido desde el cuerpo técnico, y que le permite desarrollar todas sus potencialidades. La confianza, y como veremos más adelante el entusiasmo, generan un fenómeno muy importante en un equipo. La llamada sinergia.

Compromiso

Competir y estar comprometido cuando se va ganando es relativamente fácil. Pero cuando las cosas no vienen bien y se tuercen, los que no están comprometidos buscan los culpables afuera, aflojan la marcha, dejan de creer en los objetivos comunes y se refugian en los individuales. No dan el ciento por ciento de su capacidad. Sólo los que están comprometidos enfocan en el equipo cuando las cosas van mal. Como en las relaciones de pareja y amistad, el compromiso se demuestra en las malas. En las buenas todo es más fácil. En el verdadero trabajo en equipo siempre se genera una especie de orgullo por pertenecer a él, no por el rol que uno cumple en el equipo, sino por ser parte del mismo. Ese sentimiento de pertenencia da una fuerza imparable. “El compromiso aparece cuando la diversión se acaba”

Humildad y generosidad

Los integrantes de un equipo necesitan tener, entre otras cualidades, humildad y generosidad. Cuando uno de ellos no está bien, debe ser lo suficientemente humilde como para reconocerlo y dejarse ayudar o dejarle el lugar a un compañero. Paralelamente los jugadores que en ese momento estén bien, deben ser generosos y ayudar a los demás pensando en el interés común del equipo, sabiendo que el día que ellos no estén bien, estarán los demás para ayudarles. Humildad para reconocer errores y dejarse ayudar, y generosidad para hacer el trabajo de los demás si hace falta. Trabajar en equipo demanda generosidad en el esfuerzo y en el servicio a los demás. Cuando estamos más en forma que los demás, o en una posición ganadora, debemos ponernos al servicio del equipo y ayudar al más débil recordando que, de la misma manera que una cadena es tan débil como lo es el más débil de sus eslabones, el integrante más débil determina la fuerza del equipo. Por eso es importante generar en los jugadores la idea de que obteniendo los objetivos comunes del equipo también obtendrán los objetivos individuales que cada uno tenga.

Entusiasmo

El entrenador tiene que ser el primero el primero preocupado por contagiar entusiasmo, ya que a él no lo juzgan por lo que sabe, sino por lo que hacen los jugadores. Y el ejemplo personal y la proximidad física son los vehículos de contagio más poderosos. Con entusiasmo todo es posible, sin entusiasmo no hay nada posible. Porque el entusiasmo tiene algo malo: su ausencia también se contagia. El efecto del entusiasmo es la tan publicitada sinergia. Es difícil detectar cuando surge la sinergia. Pero de pronto un jugador está jugando bien, otro está jugando bien y ambos están jugando de manera extraordinaria. Y si de repente uno falla, otro lo ayuda y compensa el error. La sinergia hace que los errores pasen desapercibidos.

Respeto

Por último incluimos el respeto como un valor importantísimo que debe poseer un jugador. El respeto es un valor superior en cualquier comportamiento humano y sobremanera  en el mundo del deporte y del fútbol. Dada la implicancia social que ha adquirido el fútbol en todo el mundo. En su origen el término latín respectus significaba “mirar de nuevo”, de allí que algo que merezca una segunda mirada es digno de admiración y respeto. En el jugador de fútbol el respeto es reconocer, apreciar y también venerar. Reconocer a sus rivales como tales, sin subestimarlos ni transformarlos en otra cosa que no sea rivales deportivos. A los árbitros como autoridad a respetar por impartir justicia. Pero además el jugador debe aprender a respetar a los compañeros, cuerpo técnico, dirigentes, hinchas propios y rivales, periodistas, colaboradores del club, etc. Y sobre todo y principalmente respetarse a sí mismo. Siendo profesional 24 horas al día mostrando una conducta acorde a las exigencias del fútbol actual en cuanto a cuidado y saber estar.

Ambición

Un jugador debe buscar constantemente ser mejor, crecer, desarrollarse, buscar la excelencia. Ser exigente consigo mismo y con los demás en pos de lograr los objetivos trazados. Ser un “ganador” implica ser ambicioso, tener deseos de superación permanente. En cada entrenamiento, en cada partido, en cada temporada. Hay muchos ejemplos de jugadores con esta cualidad que han y están haciendo historia. Generalmente los grandes jugadores van mejorando su juego con el tiempo fruto de esa ambición, de ese querer ser mejores cada día y que los impulsa a dar el máximo en cada actuación. Sin dudas uno de los valores más importante que debe poseer un deportista es ser ambicioso tanto individual como colectivamente.

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Diego Cerutti es entrenador de fútbol con Licencia UEFA PRO, coach deportivo y formador de entrenadores. Se especializó en metodología y análisis táctico en Europa, y dirigió equipos e instituciones en Argentina, España, EEUU, República Dominicana y Guatemala. Junto a su equipo fundó Modelo de Juego para brindar recursos claros, prácticos y aplicables a entrenadores de todo nivel. Su enfoque combina táctica, pedagogía y valores humanos. Cree que enseñar el juego es también formar personas.

By Published On: julio 1st, 2025Categories: Entrenamientos0 Comments

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